4 de Abril 2013

Burdeos, la gran zona vinícola de Francia

Novena parte

Pomerol, siempre agraciada y a la sombra de Pétrus
No podíamos terminar estas notas sobre los vinos de Burdeos sin una mención especial a la AOC de Pomerol. Esta denominación de apenas unas 800 hectáreas de extensión, situada al Norte de la ciudad portuaria de Libourne, nos presenta llanos y más llanos frente a otras zonas que ofrecen interesantes y atractivos paisajísticos de primer orden, hasta el punto de que, prácticamente, el único elemento interesante del lugar es el alto campanario de la iglesia.
No puede decirse, en verdad, que estemos ante un auténtico pueblo tal y como señalamos en la acepción y contenido del término. Se trata de pequeños caseríos y alquerías vitícolas dispersas -unas 150-, aquí y allá, sin ordenación alguna y que algunas de las más famosas no sobrepasan las diez hectáreas.
Aquí se dan uno de los rendimientos por hectárea más bajos de todos los vinos tintos de Burdeos. Pero, atención a los nombres: Pétrus, Trotanoy, Clinet, Gazin……Pocas zonas o regiones del mundo los pueden igualar en prestigio y calidad, a pesar de que Pomerol estuvo siempre separado durante los siglos en que zonas como Médoc o Graves, e incluso Saint-Émilion, habían creado su prestigio.
Aunque la viticultura empezó aquí relativamente pronto, no hubo una continuidad como en tantas otras zonas y regiones de Burdeos, en particular, y de Francia en general. Es a principios del pasado siglo XX cuando algunos comerciantes belgas y holandeses empezaron a  interesarse por estos vinos de los campos de Libourne, teniendo que esperar hasta la mitad del siglo para que los vinos de Pétrus y sus convecinos se transformaran en verdaderas joyas y celebridades, elaborando, cuidando y mimando unos vinos que, habitualmente, se definen por ser los vinos más caros y codiciados del mundo.
Lo cierto es que la tardanza en su descubrimiento se debió a que todos los esfuerzos de clasificación de Pomerol han pasado de largo por esta comarca. A más, a más, Pomerol debe su prestigio a personalidades como Jean-Pierre Mouiex, que no sólo llevo la fama a una serie de chateaux bordeleses, sino que también ha tenido notable éxito con sus proyectos vitícolas en California.
La reina y protagonista absoluta de los vinos de Pomerol es la Merlot, hasta tal punto que el emblema de Pomerol, château Pétrus, cultiva Cabernet franc en una mínima parte de sus casi 12 hectáreas que, por si fuera poco, casi nunca se emplea  en la cuvée final. Los viñedos de Pétrus se sitúan en la parte nordeste de la denominación y en su más alta cota de elevación.

Lo auténticamente singular de Pétrus es su terroir. Los suelos de la llana meseta se componen principalmente de arcillas con capas ferrosas en el sustrato, dando esta arcilla a los vinos su auténtica, amplia y redonda plenitud que siempre domina sobre los taninos marcados, mientras que, según parece, el hierro es el responsable de los aromas de trufa en los tintos de avanzada edad.
Hay grandes vinos de Pomerol que pueden disfrutarse, no obstante, desde su juventud pero, y esto es lo grande, tienen una gran capacidad de envejecimiento, al igual que los vinos del Médoc. Los mejores vinos son bastante oscuros, voluminosos y carnosos pero, a su vez, aterciopelados. Muestran ya desde su más tierna juventud la fruta de bayas negras y según van envejeciendo desarrollan plena y armónicamente esos atractivos y exclusivos aromas de trufa.