30 de Junio 2014

Grandes vinos de Italia: del Valle de Aosta a Sicilia

Primera parte

Historia vinícola y categorías

Hablar de la historia vinícola de Italia, como uno de los más antiguos e importantes países productores de vino del viejo continente, no resulta nada fácil por su rica y extensa variedad de uvas, comarcas y regiones vitivinícolas -sólo comparable con Francia-. Su sistema de denominaciones de origen es menos complicado que el de Francia pero, aún así, en cada pueblo o zona vinícola tienen una denominación siendo muy frecuente encontrar en dos pueblos cercanos vinos muy distintos.
Según restos e investigaciones arqueológicas, los etruscos fueron los primeros en cultivar viñas en el siglo VIII a.C., siendo el Imperio Romano quién propagó y desarrolló unos elevados conocimientos de viticultura, haciendo muy lucrativo su comercio y siendo la mítica Pompeya, a las faldas del Vesubio, una de las ciudades de comercio vitivinícola más importante de la antigüedad.
Con el declive del Imperio Romano, las tierras de cultivo vinícola italianas tuvieron que ser reorganizadas en el año 476 d.C. Después de sucesivos avatares durante siglos, en los que se produjeron períodos de prosperidad y florecimiento vitivinícola y períodos en los que se produjo una profunda decadencia en la elaboración y comercio del vino, la actividad de los monjes en los monasterios de algunas regiones consiguieron la encomiable y casi beatifica tarea de salvar la tradición vitivinícola italiana.
Hasta el siglo XIX no se empezaron a desarrollar tipos de vinos como el barolo, el brunello y el chianti, conforme al modelo francés y con la colaboración de enólogos franceses. Se trata de vinos que se encuentran, más de ciento cincuenta años después, entre los más populares y mejores del mundo. De forma paralela, la legislación del vino ha ido evolucionando para adaptarse a las nuevas realidades y a los mercados internacionales, recogiéndose actualmente las menciones de calidad siguientes:
Denominazione di Origine Controllata e Garantia (DOCG). Entre las características de estos vinos reconocidos como los mejores de Italia, nos encontramos con unos rendimientos máximos, una delimitación de su producción, un envejecimiento mínimo en madera, un grado mínimo, unas variedades autorizadas y unos índices de calidad y regularidad de las cosechas.
Denominazione di Origine Controllata (DOC). Es la alternativa italiana a la AOC francesa, caracterizándose casi idénticamente por los mismos elementos que la DOCG.
Indicazione Geografica Tipica (IGT). Se caracterizan por la delimitación de la zona, los tiempos mínimos de envejecimiento en madera y por las variedades autorizadas.
Vino da Tavola (VT). Se trata de la categoría inferior de los vinos italianos, es decir, de los vinos de mesa.
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