3 de Marzo 2014

Vega Sicilia, un mito del prestigio y la exclusividad

Quinta parte

En honor a la verdad, mucho antes de que la Ribera del Duero conquistara su fama, Vega Sicilia era ya una leyenda, y resulta tranquilizador, para el mundo y la cultura del vino, saber que los vinos de Vega Sicilia reciben los más exquisitos cuidados. Ejemplo vivo de este legado es Alión (emotivo nombre que hace referencia al concejo leonés en el que nació el patriarca de la dinastía, David Álvarez), la segunda bodega que la familia Álvarez estableció en 1992 a corta distancia de Peñafiel.
Estamos en 1993, y la familia Álvarez viaja a Hungría para fundar “Tokaj Oremus”.Se estudia el vino, su proceso de vinificación y elaboración, así como un grupo de profesionales con experiencia  y un buen conocimiento de las características de los vinos de la región, realizando numerosas y cuantiosas inversiones con el objetivo de mejorar el tratamiento técnico de la cepa y el fruto para elaborar los mejores vinos posibles.
Todavía faltarían ocho años hasta que viese la luz el nuevo proyecto de Vega Sicilia: Bodegas Pintia. El clan de los Álvarez desea elaborar el mejor vino de Toro, una DO que imprime a sus vinos corpulencia y estructura, buen abanico de aromas y carácter y personalidad. Se van comprando, desde 1997, superficie de viñedos en diferentes términos municipales de la DO Toro, y después de cuatro años -2001- se empieza a  vinificar con fines comerciales, obteniendo vinos de gran personalidad, tipicidad y gran calidad, con producciones muy limitadas como parte de la estrategia del grupo familiar, común al resto de las bodegas del grupo.
Vega Sicilia es, sin duda, una bodega única en muchos sentidos. Durante 70 años fue una auténtica isla. Entre 1864 y 1927, año en que se creó Protos, Vega Sicilia fue una bodega solitaria en Ribera del Duero, denominación de origen que hoy agrupa a casi 300 bodegas. La mitad de su producción se exporta a 110 países, con clientes particulares en un ochenta por ciento. “Somos los únicos que funcionamos así”, “con un sistema histórico que nadie diseñó” ha explicado en numerosas ocasiones Pablo Álvarez.
El viejo sueño de Vega Sicilia para hacer un vino en La Rioja, se hace realidad gracias a que dos personajes del mundo del vino, Benjamín Rothschild y Pablo Álvarez (Rothschild y Vega Sicilia, Burdeos y Ribera del Duero respectivamente) deciden hacer vino en la gran tierra del vino español por excelencia: La Rioja. Cuentan que Pablo Álvarez le dijo a Benjamín Rothschild -propietario de Château Lafite- allá por 1.999 si podía esperar catorce años? Rothschild le respondió, sí, tengo tiempo. Así fue como se gesto el proyecto que hoy es una realidad, con sus vinos “Macán” y “Macán clásico”, en aquella conversación mantenida en tierras bordelesas de Château Clarke.
Buscando lo mejor y pagando de forma espléndida se encontró lo que se buscaba en los campos de la Sonsierra (Rioja Alavesa). Fincas muy fragmentadas de diferentes propietarios con cepas de al menos 35 años y con una baja producción para hacer un gran vino con tiempo, sin prisas, pues ya se sabe que el tiempo en el vino es lento para hacer vino, un gran vino (la tierra, la cepa, la elaboración, la crianza, la madera, los años…..).  
Ahora, el mito y la leyenda de Vega Sicilia sigue vivo y expandiéndose, más que nunca, haciendo extraordinariamente bien lo que sabe hacer, grandes vinos desde hace prácticamente 150 años, y adaptándose a los tiempos, con viaje histórico de ida y vuelta desde La Rioja a La Ribera del Duero y viceversa. La nueva sociedad y la nueva bodega de  “Bodegas Benjamín de Rothschild & Vega Sicilia”  así lo confirman.

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