22 de Octubre 2014

Recuperan en La Rioja variedades de vid casi extinguidas

Fernando Martínez de Toda, catedrático de Viticultura de la Universidad de La Rioja, tuvo la idea, hace veinticinco años, y la llevo a cabo, de conservar las variedades de vid autóctonas de La Rioja para evitar su desaparición. “Durante mucho tiempo nos han dicho que estábamos locos”, recuerda Martínez de Toda, con la serenidad de quien sabe que el tiempo ha venido a darle la razón.
En 1988, este investigador del Instituto de las Ciencias de la Vid y el Vino puso en marcha, junto con Juan Carlos Sancha, un proyecto para identificar y preservar el patrimonio de variedades minoritarias existente en La Rioja, que en aquel momento se veía abocado a la desaparición por la reestructuración del viñedo y el arranque de viñas viejas. Fue la primera vez en España que se emprendió una iniciativa en este sentido y, tras muchos años de cooperación con cientos de viticultores a través de numerosas cooperativas repartidas por toda la denominación de origen, se ha puesto fin a uno de los proyectos de investigación vitivinícola de mayor envergadura llevados a cabo en la región.
El objetivo fundamental del proyecto era identificar todas las variedades recuperadas y hacer una caracterización completa de las mismas para poner a disposición del sector vitivinícola una información que recoge una parte de la historia de la DOCa Rioja y abre la puerta a nuevas posibilidades para el desarrollo de la viticultura y la enología en la región.
En el proyecto de investigación, se han analizado más de 700 viñedos y se han recuperado 76 variedades, de las cuales 45 son tintas y las 26 restantes, blancas. Todas ellas han sido analizadas en una reciente tesis doctoral dirigida por Martínez de Toda y leída por el investigador Pedro Balda en la Universidad de La Rioja. Además, dos de las variedades identificadas son nuevas, pues su código genético no coincide con ninguna de las 5.000 identificadas en el mundo. Con todas las plantas recuperadas se ha creado un valioso banco de germoplasma, algo muy similar a un atlas del vino.
El catedrático afirmaba en el diario El País que “en los años ochenta y noventa había una gran homogeneización en las variedades que se cultivaban en todo el mundo. Primaban las variedades foráneas, como la Cabernet Sauvignon y la Chardonnay, porque las valoraban los prescriptores. Daban muchos kilos de uva y tenían una elevada graduación alcohólica. Y a nosotros nos criticaron por apostar por variedades de cepas viejas que daban mucha menor producción y grado. Recuerdo ir a ver a agricultores y, cuando les hablabas de la productividad y el grado, no querían volver a oír hablar del asunto”.
Este visionario de la ciencia aplicada al vino tuvo claro que transcurridos unos años todo cambiaría y gracias a su esforzado trabajo, tesón y coraje, así fue. La DOCa Rioja fue la única denominación del mundo que no amparó variedades tintas extranjeras. Además, desde 2007 se permite el cultivo de cuatro variedades recuperadas, siendo la primera vez en la historia de la viticultura mundial que una denominación de origen ampara el cultivo de variedades procedentes de una investigación, como ha manifestado Martínez de Toda.
De esta forma, y teniendo en cuenta el cambio en los gustos sobre el vino de los consumidores y en la modificación del clima que se está produciendo, investigaciones y estudios como este contribuyen a que la vid pueda adaptarse a los nuevos tiempos.
Fuente: Europa Press y El País