OCTUBRE 2016

¿Elaborar vino tiene riesgos? ¿Cuáles son?

En otro artículo anterior publicado en Enominer.com la semana pasada, ya se dejaron señalados los dos grandes grupos de riesgos diferentes de actividad que se producen en el sector vitivinícola: uno, el de la actividad propiamente agraria o de campo y, dos, el de la actividad industrial o de bodega, exponiéndoselos principales riesgos asociados al cultivo de la vid. Ahora, y para completar el análisis de los riesgos laborales existentes en el sector del vino, hay que dejar constancia de una serie de riesgos asociados, directa e inmediatamente, al proceso industrial de la actividad de vinificación (elaboración del vino en la bodega), sintetizándose en los cinco grandes grupos siguientes:

→ Los riesgos originados por la descarga de la vendimia a las tolvas de recepción desde los remolques, camiones, cestas de recolección o por medio de cualquier otro soporte manipulado de forma manual, mecánica o eléctrica. En esta fase del trabajo de bodega ha de extremarse la atención con los seguros en puertas de remolques y elevaciones de las plataformas para descarga, con el fin de evitar que pudiera arrastrar o provocar caídas a las personas que allí se encuentran trabajando al interior de la tolva de recepción en la que se encuentra un tornillo sinfín activado o, en su caso, directamente a depósitos de fermentación (caso de los vinos de maceración carbónica).

→ Los riesgos que pueden derivarse de los procesos de Despalillado, Estrujado, Mesas de Selección y Prensado. Algunos de estos procesos y tratamientos no se dan en todas las elaboraciones y dependen de las técnicas enológicas empleadas, así como del tipo de vino que se elabore. Por otra parte, las Mesas de selección pueden situarse antes y/o después del tratamiento mecánico del producto de la vendimia. Muchos accidentes se originan a causa de golpes, atrapamientos, contactos eléctricos y situaciones de atascos en la maquinaria.

→ Los riesgos durante los procesos de Fermentación y obtención del vino, provocados por la emisión de gases como el dióxido de carbono (CO2) producido durante la fermentación del mosto, la extracción de los orujos y la limpieza de los depósitos con los riesgos que implica su entrada en los mismos, así como las operaciones de remontado (elevar el mosto-vino de la parte inferior del depósito hacia la parte superior) y bazuqueo (removido del sombrero o capa de hollejos que se encuentra en la parte superior del depósito) que pueden conllevar caídas al interior de los depósitos. Y, en general, las operaciones que impliquen actividad en espacios cerrados o confinados que suponen deficiencia de oxígeno y/o falta de ventilación natural.

→ Los riesgos derivados de un conjunto de actividades enológicas (Estabilización) para mantener en lo posible las cualidades del vino (son los procesos de Trasiego, Clarificación, Filtración y crianza en barricas), así como el uso de productos químicos para efectuar correcciones y mejorar la conservación.

En este grupo de tareas se pueden producir riesgos de caídas a distintos niveles, riesgos eléctricos por zonas de humedad, superficies resbaladizas e inhalaciones derivadas por la adición de anhídrido sulfuroso (SO2) -usualmente conocido como sulfuroso-  que pueden producir irritaciones en las mucosas y las vías respiratorias al transformarse en ácido sulfúrico, así como quemaduras en ojos y piel. El sulfuroso se emplea como conservante y antioxidante del vino y también en operaciones pre-fermentativas en la recepción de la vendimia en la bodega.

→Por último, destacar los riesgos derivados de los distintos hitos manuales, semiautomáticos o automáticos, que componen el proceso de embotellado, como son el etiquetado, encapsulado, enjuagado, lavado y secado de botellas, el encajado de las mismas y su traslado y almacenamiento. Aunque la mayor parte de estos pasos se encuentran automatizados, es conveniente esmerar el cuidado y control en el manejo y colocación de los elementos necesarios.