SEPTIEMBRE 2016

El vino, la cadena alimentaria y su trazabilidad - primera parte

La necesidad y la exigencia legal de implantar sistemas de trazabilidad en el sector del vino requieren la implementación y el desarrollo de un proceso que reúna las debidas garantías de control y seguridad, con un análisis exhaustivo de toda la gestión y puesta en funcionamiento del mismo.Aunque el sector vitivinícola, en su generalidad, se ha caracterizado por la ausencia de un conjunto de herramientas de gestión del conjunto de los procesos de las bodegas, lo cierto es que en los últimos tiempos el panorama está cambiando sustancialmente y un gran número de bodegas está haciendo uso de la tecnología informática más avanzada para gestionar y explotar toda la información en todos y cada uno de los procesos en que interviene y, de manera específica, en la elaboración del vino y su trazabilidad. 
No está de más recordar que el vino es, de acuerdo con la normativa europea y española vigente, el alimento natural obtenido exclusivamente por fermentación alcohólica, total o parcial, de uva fresca, estrujada o no, o de mosto de uva.Así pues, el vino es un alimento natural y, también, un signo de identidad que surge de la variedad y riqueza de la viticultura, la tradición y la forma de hacer y trabajar de generaciones en las zonas y regiones vitivinícolas que, desde hace muchos siglos, ha tenido una estrecha relación como alimento en la sociedad, la economía y el desarrollo del medio rural en España.
El sector del vino presenta un alto grado de dispersión y atomización en el que, mayoritariamente, se integran empresas de pequeña dimensión, al igual que ocurre, en general, con la producción agraria. Sin embargo, esas características han sido y son especificidades propias y dignas de protección y mantenimiento del sector vitivinícola en particular y agrícola en general, no sólo a nivel español sino también a nivel europeo. De hecho, el Tratado Constitutivo de la Unión Europea a través de la Política Agraria Común (PAC) viene a confirmar este tratamiento singular en dos aspectos: por una parte, al reconocer la singularidad del sector agrario en su conjunto y, en segundo lugar, al establecer una clara diferenciación con respecto a otros sectores económicos.
El vino, pues, forma parte del sector agroalimentario, y cuenta con un valor y trascendencia innegable para la economía española, según se constata por su participación en la formación del Producto Interior Bruto (PIB), en la dimensión de la balanza comercial, en el número de puestos de trabajo y empleos que genera, de forma directa e indirecta, a través del propio sector primario, de industrias auxiliares y del sector servicios y, en general, por su contribución al crecimiento económico, la dinamización y el desarrollo del medio rural en España.

En la actualidad el vino, como alimento natural y bebida destinada a ser ingerida por seres humanos en cualquier lugar del mundo, es un producto del sector primario agrícola, transformado o no, que forma parte del sector alimentario y como tal producto se encuentra y está sujeto al conjunto de actividades que conforman la cadena alimentaria.
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