26 Noviembre 2011

Canteras de Diatomeas. Agramón. Albacete

Las primeras luces del alba nos cogieron a un grupo de miembros del GMM reposando nuestros huesos en La Tobarreña, en Hellín. Desayuno continental al coleto y a las 9.50 horas en Agramón haciendo acopios de pan, agua, bebidas y…..algún que otro elemento protector de última hora. Nuestro amigo Santiago, con buen criterio, no quería desentonar sin ir tocado con su casco “ad hoc”. El lugar de encuentro (La Luna) ya se encontraba con más de medio aforo a las 10.10 horas.
Miembros de GMM de Madrid, y del GMA de Alicante y de Murcia, íbamos intercambiando saludos y departiendo en un ambiente de regocijo y franca camaradería. Esperamos al propietario de la cantera unos minutos y, como había convenido con él, nos encontraríamos en Agramón o en el acceso a la propia cantera. El servicio de guardería y vigilancia estaba avisado. Unas pinceladas y notas de la cantera y su entorno con los miembros del GMM, fue el prefacio que precedió a la marcha de la auténtica caravana de vehículos hacia nuestro destino.
En el trayecto, pudimos constatar cómo toda la zona se encuentra dominada por la silueta de un antiguo volcán, lo que le confiere su especial singularidad. Se trata de un pitón o chimenea volcánica. En general, la zona periférica del volcán es una mezcla mineral formada por fragmentos poco cristalinos de rocas volcánicas, así como por fragmentos de rocas encajantes.
Es en esta zona, cercana a la cuenca del embalse de Camarillas, en la que se formaron los yacimientos de diatomitas sobre extensas cuencas de origen lagunar. La diatomita es una roca sedimentaria silícea compuesta esencialmente por acumulación de restos de diatomeas (plantas acuáticas unicelulares). Se forma por la consolidación de un fango o barro constituido principalmente por la sílice (ópalo) que forma los caparazones de las diatomeas. Su presencia delata la existencia en el pasado de esas grandes cuencas lagunares. Hasta aquí nos hemos llegado para recoger los curiosos ejemplares de ópalos menilitos.
Lo cierto es que nada más establecer el asentamiento temporal, unos y otros, por doquiera, iban tomando posesión de minúsculas parcelas a modo de concesiones mineras. También algunos picaban y rebuscaban -por supuesto provistos de casco de protección como nuestro amigo Santiago que lo estrenaba- sobre algunos taludes que formaban un extenso polígono irregular. El astro rey, maravilloso, fue un deseado y querido aliado para todos. Flotaba una atmósfera de alegría y satisfacción en el “respetable” que, vistos desde un cercano cerrillo evocaban los otrora clanes de trabajo y asociación para la obtención del sustento común.
Juanjo, en un sin parar, ayudado y, seguramente, dirigido por su esposa, obtenía su recompensa con unas buenas placas matrices repletas de ópalos. Mari Carmen y Ángel, a escasos metros, también habían profundizado y obtenido buenas piezas. Antonio, de forma silenciosa, pero asaz eficaz, aglutino en torno suyo a un grupo (Paco, Luis, María Luisa y algunos otros) que consiguieron muy buenas piezas. Después de hablar con un miembro del servicio de vigilancia y guardería, el propietario se acerco a la zona de la cantera dónde nos encontrábamos, pudiendo comprobar, a pié de obra, nuestro hacer.
Fue testigo y comprobó que nosotros, permítaseme el símil, no somos “predadores y arrasadores de minerales”. Ya se sabe: la verdad es como el aceite, siempre queda encima. Departimos sobre la composición de los ópalos menilitos y su morfología. Hablamos de su color blanco, algo azulado o grisáceo, que presenta en su interior un color pardo con una capa de lustre algo graso, pero que se rompían de forma muy fácil en fragmentos. Más de un 85 por cien de su composición es tierra silícea, y el resto arcilla, hierro, tierra caliza, materia carbonosa agua, siendo una variedad el ópalo menilito que se acerca al pedernal o sílex.
Continuamos charlando sobre viñedos y vinos, otra gran afición que compartimos y sobre la que mostramos puntos en común, Quedó gratamente sorprendido por la actitud y el comportamiento de los presentes, agradeciéndole, en nombre de todos, su autorización para poder visitar la cantera.
Pero volvamos con nuestras caprichosas figuras. Ellas modelan las más variadas y diversas formas y tamaños de figuras humanas y animales, así como los más inusitados objetos. Muchos de nosotros tuvimos la suerte de recoger muestras de ópalos menilitos en los que se encuentran pequeños fósiles incrustados de muy buena factura en cuanto a su morfología, conservación y belleza. Observados con simples lupas de aumento, e incluso a simple vista, se comprueba que tienen un caparazón en forma cónica con varios giros y espirales alargados. Los hay de diferentes tamaños pero, en general, los encontrados no alcanzan más allá de medio centímetro.
Se trata de un molusco acuático (Gasterópodo) denominado “Turritella”. Su concha tiene un grosor bastante fino y se encuentra provisto de numerosas estrías con un desarrollo en espiral. La abertura, donde se encuentra la cabeza, tiene forma oval. Este gasterópodo vivía en fondos marinos con sedimentos de fangos, siendo muy común, especialmente en los yacimientos del período Eoceno, entre 55 y 34 millones de años, (Era Cenozoica), durante el cual tuvo un gran desarrollo evolutivo, siendo considerado un fósil guía para la citada era Cenozoica.
El apetito iba haciendo mella y mientras algunos comían a dos carrillos otros comían como un pajarito. Terminamos de calmar la gazuza y un pequeño grupo nos fuimos por el camino que nos había indicado la propiedad para buscar posibles minerales de interés que, finalmente, no resultaron ser tales. Paulatinamente, habían ido abandonando la cantera los participantes en la excursión. Los últimos, hacia las 17.00 horas, abandonábamos la zona después de comprobar que todo había quedado perfectamente limpio y sin ningún resto inorgánico, para encontrarnos en Agramón y reponer fuerzas antes de volver sobre nuestros pasos. El pabellón, de nuevo, ha quedado muy alto.
Era el momento de despedirse y recordar que hacemos cosas bellas y buenas que, en modo alguno, hacen mal a nadie. Constituye ello, por sí mismo, uno de los actos que debemos buscar por sí mismos en la vida en favor de la virtud. ¡Y sanseacabó¡

Alfrefo Gómez Pascual