5 de Mayo 2014

Los vinos de maceración carbónica

 

 

La primavera puede ser un buen pretexto para invitaros a explorar unos tintos riojanos con gran tradición y con un método de elaboración particular que les permite entregar frutalidad explosiva y frescura refrescante.


Se trata de los tintos de maceración carbónica. Es una técnica del proceso de vinificación asociada, por regla general, a los vinos franceses de la región vitícola de Beaujolais. En Rioja Alavesa estos vinos se comenzaron a elaborar prácticamente por y para la familia y se consumían en el año, por ello también recibían el nombre de tintos cosecheros. 


Antiguamente, la uva llegaba directamente de la vendimia a un lagarbañeras de piedra – en las que se introducían los racimos enteros. Por su propio peso, las uvas situadas en el fondo del lagar se chafaban y del mosto que desprendían se generaba una fermentación convencional con desprendimiento de gas carbónico, de allí el nombre del proceso. En la parte superior, con los racimos que quedaban prácticamente intactos, la fermentación se realiza en el interior de la propia uva, la cual es capaz de transformar el azúcar en alcohol, dando lugar a una fermentación intracelular.


El primer mosto que se extrae es el de lágrima, o mosto yema, ligero y poco alcohólico, durante varios días hay un trasiego de sustancias (antocianos y taninos hacia la pulpa de la uva) y se extrae el mosto corazón, con mucho color, estructura y grado alcohólico. Posteriormente dos personas entran en el depósito para realizar el pisado, dando lugar al repiso o trasnocho.


Actualmente algunas bodegas despalillan parte de la uva, para minimizar el contacto con el raspón que confiere al vino esa cierta astringencia que los caracteriza. La uva debe llegar entera y en perfectas condiciones, por ello, pocos vinos son tan directos y transparentes a la hora de revelar las características de la cosecha, y es que resultan ser muy didácticos para apreciar las cualidades frutales de la añada.


Con los tintos de maceración carbónica no se busca complejidad, más bien una nariz espontánea con aromas primarios y un carácter intenso y frutal. Y la clave para poder apreciar sus virtudes pasa por entender que los vinos de maceración carbónica son sinónimo de vinos jóvenes, frescos y explosivamente afrutados. Conviene saber que no resulta extraño encontrar vestigios de su peculiar fermentación en forma de fino cosquilleo en nuestro paso por boca. Es por el gas carbónico, que otorga una mayor sensación de picor refrescante, algunos la consideran “la alegría del vino” y precisamente por estas condiciones se aconseja tomarlos más frescos.

 

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