NOVIEMBRE 2015
El vino también es un alimento
18 Noviembre 2015
Nuestra vigente Ley de la Viña y el Vino de 2003 reconoce como alimento al vino (alimento natural obtenido exclusivamente por fermentación alcohólica total o parcial, de uva fresca, estrujada o no, o de mosto de uva) y, además, considera que es un componente esencial de la dieta mediterránea, debiendo informar y difundir los beneficios del mismo. El vino, a diferencia de otros alimentos, tiene una especial complejidad, puesto que además de tratarse de una bebida con alcohol, también tiene otras sustancias como vitaminas, minerales, ácidos, aminoácidos, polifenoles antioxidantes y otras sustancias y nutrientes que nuestro organismo necesita para su correcto funcionamiento. Tanto los griegos clásicos como más tarde Roma presentaban el vino como un alimento característico de los pueblos civilizados. Desde los orígenes de las grandes culturas, la relación del vino con otros alimentos ha sido importante, descubriendo todo un mundo de armonías, combinaciones y sensaciones entre el alimento sólido y el alimento líquido, contribuyendo mediante esta simbiosis a mejorar tanto el consumo del vino como de los propios platos cocinados o elaborados, necesitando a su vez de compartirlo socialmente para disfrutarlo en toda su plenitud pues, no debemos olvidar, que el consumo del vino es también un modo, relación o acto social. De esta forma, el vino resulta una experiencia muy satisfactoria en la que participan todos los sentidos. Todo empieza por la visualización de la botella y la propia etiqueta, continuando por el descorche de la misma y siguiendo por la variedad y riqueza visual de los matices y tonalidades de su color, su amplia gama aromática y su riqueza de sabores a su paso por la boca. Científicos norteamericanos dedicados a la investigación médica, han presentado en la prestigiosa revista científica Nature los resultados de una nueva investigación en virtud de la cual “el vino tinto aumenta la esperanza de vida”, poniendo al descubierto, como ya han puesto de relieve otros muchos investigadores y científicos, que las propiedades del resveratrol (polifenol que se encuentra en las uvas) presenta una disminución en la incidencia de enfermedades del corazón y otras dolencias en los seres humanos, activando un gen protector frente a tumores y envejecimiento celular. El vino es, pues, no sólo un alimento saludable, sino también salud y placer, así como un producto cultural que se origina en la forma de hacer y vivir de una sociedad, dando forma a su vez a esa misma sociedad, siendo citado el vino en numerosísimas publicaciones de distinta índole y naturaleza como la “más higiénica de las bebidas”. En definitiva, debemos tener en cuenta que ni demasiado, ni demasiado poco, debe ser la regla para que nuestra salud pueda beneficiarse de los efectos saludables del vino, entendiendo por consumo moderado entre dos y tres copas de vino al día en función del peso corporal de cada uno. La idea de moderación tan en boca de todos depende, en primer lugar, del peso de cada uno y después de la regularidad, recordando que no beber alcohol entre semana e ingerir grandes cantidades los fines de semana es lo menos recomendable. A modo de última sugerencia: el vino debe consumirse durante las comidas y no con el estómago vacío. ¡Salud!