NOVIEMBRE 2015
Ribeira Sacra: un salto en el tiempo - Primera parte
4 Noviembre 2015
Hablar de Ribeira Sacra es hablar de paisajes únicos y maravillosos, de geología y montañas (cañones escarpados con profundidades de más de 500 metros, de ríos (Miño, Sil y tantos otros menores) arquitectura religiosa y arte románico (la mayor concentración de construcciones religiosas de estilo románico en el viejo continente), de cenobios, monasterios, del Camino de Santiago, de la fe y de la espiritualidad……., pero también de vino.
Este territorio, situado en Galicia, al Nordeste de la ciudad de Orense, se extiende por ambas orillas de los ríos Miño y Sil, así como por numerosos ríos menores y una veintena de municipios distribuidos entre el sur de la provincia de Lugo y el nordeste de la provincia orensana. Pero, ¿por qué su nombre de Ribeira Sacra? La zona recibió el nombre de “Ribera Sagrada”por los numerosos monasterios fundados durante los siglos XII y XIII.
Aquí nos encontramos con algo más de 1200 hectáreas de viñedo cultivadas por 3000 viticultores, embotellando el producto un centenar de bodegas bajo el amparo de la Denominación de Origen Ribeira Sacra. Es esta una zona de viticultura tradicional con unas condiciones climáticas excepcionales, con escarpadísimas laderas -entre las cotas 200 y 700 m- que alcanzan casi la verticalidad, haciendo imprescindibles la creación de “socalcos” (bancales o terrazas), cuya parte plan tiene entre 1 y 1,50 m de anchura.
La DO Ribeira Sacra se extiende por las provincias de Lugo y Orense, y está subdividida en cinco subzonas productoras: Chantada, Amandi, Quiroga y Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil, con una topografía muy quebrada con estrechos cañones labrados por los ríos Miño y Sil, y una sucesión de embalses para la producción hidroeléctrica. En la zona concurren tres climas distintos: oceánico, mediterráneo y continental, predominando en el valle del río Miño el clima oceánico, en el del río Sil el clima mediterráneo y en la cubeta o fosa de Monforte de Lemos el clima continental.
Por todas y cada una de estas características, la producción de estos vinos vinculan su historia a la espiritualidad de la zona demarcada por una significativa concentración monacal, en la que los monjes perfeccionaron sus técnicas en terrazas a la sombra de los antiguos cenobios, eremitorios y monasterios que dieron nombre al territorio en el que los peregrinos tienen el privilegio de caminar y transitar por el enlosado de una auténtica vía romana durante varios kilómetros.
En esta tierra, el vino y el Camino forman la simbiosis de un paisaje singular y bellísimo, con riberas aterrazadas en medio de un camino sinuoso y lleno de angosturas, en la que los viticultores llevan siglos aplicando su ingenio y laboriosidad para aplicar brillantes soluciones como la de los railes que permiten mover las cargas de la vendimia por las escarpadas pendientes de una forma más cómoda, bajando la uva a la orilla para su transporte fluvial.
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